viernes, 1 de abril de 2022

El sátrapa

Un sátrapa no era más que un gobernador de una satrapía, una antigua provincia persa. El término tiene una connotación negativa innegable que ha llegado a nuestro tiempo. Esta consideración ya podía encontrarse en Heródoto, historiador y geógrafo griego, quien apuntaba que si no hubiera sido por sendas victorias en las batallas de Salamina y Platea en los veranos del 480 y 479 a.C., Grecia no hubiera sido más que una satrapía más de Jerjes. La democracia griega nunca hubiera florecido puesto que sus padres y abuelos habrían sido muertos o esclavizados. 

Parece que el término se aplicó a dictadores como Trujillo, Castro, Chávez; siendo muy utilizado para Milosevic y Saddam Husein. El vocablo está siendo muy manido, de nuevo, desde la invasión de Ucrania.Estos personajes históricos tienen algo en común: su liderazgo. Se debe considerar que ser líder no implica per se que sea una condición positiva, como se ha podido deducir de la condición de los ya reseñados.

 La Psicología ha identificado diferentes estilos de liderazgo, entre ellos destaca el liderazgo transformacional. Las características de este estilo consideran la comunicación como una herramienta fundamental. Mediante una comunicación eficaz son capaces de transformar la forma de actuar y de pensar de aquellos a los que va dirigido su mensaje. Promete cambiar las expectativas y la forma de actuar de las personas, son embriagadores y carismáticos: producen un cambio efectivo. Pero llegados a ese momento, el cambio empieza a producirse y la estrategia de liderazgo debe cambiar. Se han producido los cambios de actitud y de forma de proceder. Ahora toca mantener esos cambios hasta consolidarlos, para ello hay que adaptar el estilo de liderazgo a la nuevas circunstancias.

El liderazgo transaccional de basa en el intercambio entre el líder y sus seguidores a través de premios y prebendas que se conceden a aquellos que participan de las tareas que el líder precisa. La tarea propuesta se consolida. Así una vez establecida la nueva estructura los sistemas de recompensas se agotan y ya no es tan importante establecer los cambios, sino perpetuarlos.

El último estilo de liderazgo consolida la posición del líder de manera vitalicia: es liderazgo autocrático. Ahora la órdenes son directas, ya el grupo no es importante, solo el líder lo es. Lo importante es el cumplimiento de las normas que se han impuesto, sin discusión. El líder así habrá alcanzado su objetivo. Hay un nuevo sátrapa.

PARA CONSULTAR

Penadés, Antonio (2015). Tras las huellas de Heródoto (Crónica de un viaje por Asia Menor).

miércoles, 5 de enero de 2022

Homo comunitatis (continuación)

 


En el entorno comunitario siempre hay un interés en las conductas altruistas, pero cuando se trata de conductas más sociales, no ya tan biológicas, como la amistad, podemos pensar que las conclusiones podrían cambiar. Una vez más la evidencia indica que sigue existiendo cierto egoísmo biológico porque a fin de cuentas lo que se pretende es obtener algo de ese altruismo. Es cierto que ya no se pretende que nuestro acervo genético llegue a futuras generaciones, pero sí producen ciertos beneficios. La amistad en humanos determina la integración en grupos, apoyo social, relación, todos ellos tan descriptivos como subjetivos.

La subjetividad condiciona los mecanismos de recompensa del cerebro. Nuestras hormonas, y en concreto las endorfinas, son las responsables de la sensación de felicidad que puede proporcionar ese sentimiento de comunidad, de integración, al sentirse acompañado de las personas o el entorno apropiado.

Lamarck, el naturalista francés defendía a finales del siglo XVIII y principios del XIX, que la función crea el órgano y la necesidad crea la función. Desde este marco de referencia la sociedad es creada por el ser humano como necesidad y por lo tanto, es esta la que nos condiciona. Pero a pesar de los años de convivencia del hombre en comunidad esta solución a nuestras necesidades como especie no es perfecta y se va acondicionando de manera paulatina.

Desde el punto de vista de la Psicología Individual, este aspecto es tratado bajo el concepto de sentimiento de comunidad. Este es un concepto amplio que tiene muchas inervaciones en su teoría. Desde marco de referencia se indica que la humanidad no ha progresado lo bastante para que el sentimiento de comunidad sea consustancial al hombre y funcione de manera automática. Por suerte, hay esperanza en esta teoría, ya que indica que vendrá una época, muy lejana al parecer, en la que se alcanzará ese grado, y aquí de nuevo volvemos a ser lo que somos, a menos que la humanidad naufrague en el curso de su evolución.

Así el homo comunitatis, ya sea por limitaciones propias de la especie o por limitaciones de los individuos que en ella viven, sigue disfrutando de su egoísmo natural y justificando así su necesidad de comunidad.


miércoles, 22 de diciembre de 2021

Homo comunitatis

He intentado abundar en la cita, o la anécdota sobre Margaret Mead; como ya es sabido, antrópologa  y poetisa del siglo pasado. Cuenta y lo escribo así, porque al parecer la única referencia sobre el tema es aportada por un tercero, que fue preguntada por un alumno por cuál sería el indicio antropológico que le pareciera de más relevancia sobre el desarrollo de la civilización. El auditorio esperaba que fuera una de las herramientas encontradas en alguna excavación arqueológica. La sorpresa fue mayúscula -y tanto que sigue de actualidad- cuando nuestra protagonista contestó que era un hueso de fémur fracturado y sanado. La curación de un hueso largo del cuerpo supone, y más en una pierna, que el afectado no pudo, en mucho tiempo, integrarse en la dinámica propia de su grupo: caza y pesca, recolección, defensa... Por lo demás tuvo que ser asistido por otras personas para todas esos menesteres y es donde Margaret Mead considera que se encuentra la esencia de la civilización.

Es paradójico que se tenga conocimiento de esta anécdota a través de un libro publicado en el año 1980 donde al parecer, se encuentra reflejada, escrito por Paul Brand y Philip Yancey. El episodio ha llegado a nosotros con la colaboración de otras personas, muy propio de las conductas que intentaba ilustrar la propia Mead: sin la ayuda de los demás es muy difícil que sucedan las cosas.

Desde el punto de vista psicológico, estas conductas de ayuda tienen su propio nombre: altruismo. El interés biológico parece ser el origen de este tipo de conductas de ayuda. El estudio ha sido amplio y en origen las conductas más estudiadas fueron las de crianza y cuidado de la progenie. Las conclusiones indican que la ayuda a las propias crías o hijos, en función de la especie, viene determinada por, como ya he nombrado, el interés biológico como la manera de asegurarse que las nuevas generaciones van a llegar a la edad adulta y de esa manera consolidar la herencia genética de sus progenitores. Lo cierto es que no es tan sencillo como parece y se va complicando en función de la complejidad o los avanzada que sea la especie objeto de estudio, entrando ya en el ámbito de la comunidad

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Redescubriendo la Psicología Individual

  Siendo tan prolijo como es, cuenta el refranero español: "Dime de qué presumes y te diré de lo qué careces". En demasiadas ocasiones hemos podido comprobar como algunas de las personas de nuestro entorno que tuvieron alguna dificultad en el pasado han intentado por todos los medios aliviarla o al menos, soslayarla. Pero en otras hemos visto cómo de esas dificultades se han hecho su propia bandera, y por lo tanto, virtud; consiguiendo éxitos sin paliativos en diferentes campos.

 Al pensar un poco en esta cuestión vino a mi memoria uno de los pioneros de la Teoría Psicoanalítica, el médico austriaco Alfred Adler. Junto con Freud y Breuer, son considerados los impulsores y difusores de esta teoría. Si bien Adler posteriormente se separó del Psicoanálisis propiamente dicho; en base a su germen original desarrolló sus propios aspectos teóricos en forma de Psicología Individual.

    La cuestión que me hizo acordarme de la teoría fue el ejemplo que puso el mismo autor sobre uno de los personajes históricos más conocidos, el mismísimo Napoléon Bonaparte. Escribió Adler que Napoleón conquistó Rusia para compensar su baja estatura. Lo cierto es que contado así resultado algo simplista.

    Siendo ésta la conclusión: se basa en su propio desarrollo teórico. Adler introduce el complejo de inferioridad como aquella situación, ya se real o percibida, en la que una persona que se compara con su entorno determina que no ha llegado al nivel que debería para ser, al menos, igual a los demás. Así se produce una Kompensation para aliviar la situación, basándose en un complejo de superioridad como aquel nivel al que hay que llegar, un estándar. Quedando resumido en pocas palabras.

    Grandes personajes de este siglo tienen tras de sí mismos historias de superación. Por citar alguno: Bill Gates empezó en un garaje. Messi, al parecer tuvo algún problema físico cuando era niño. Las hazañas de éstos y otros grandes personajes son ejemplo y guía par muchas personas.

    Pero puede darse también la situación en las que las personas intenten compensar sus carencias, reales o percibidas, de manera inadecuada o patológica. Podemos pensar en aquellos que se realizan numerosas operaciones estéticas hasta desfigurarse. Aquéllos que se lastiman, denigran o se abandonan hasta las últimas consecuencias. La base teórica de estos casos podría considerarse dentro del desarrollo inicial de Alfred Adler, casi 100 años después. 

 

 

 
  

miércoles, 17 de marzo de 2021

¿Jóvenes incívicos? Jóvenes "normales"

 

Este último año pandémico ha sido convulso y terrorífico para casi todos. No todas las personas han prestado la misma atención a las informaciones recibidas; y aún prestando la debida atención no han considerado éstas de manera que rigieran la forma de actuar en la cotidianidad de sus días. Muchas de las informaciones recibidas nos han mostrado un grupo de edad como el más preocupante en relación al cumplimiento de las normas: los jóvenes, que dependiendo de la fuente que se utilice puede ir desde los 15 hasta los 35 años, o bien dejando a los menores a un lado, desde los 18 hasta los 35. Creo que estos márgenes de edad son orientativos y que el objeto de consideración deben ser las conductas realizadas porque, puestos a analizar, podemos encontrar sujetos de todas las edades. Además no se circunscribe a una zona o país determinado, sino que dicho fenómeno parece ser generalizado.

En esta línea, los medios de comunicación, han señalado a este grupo como carente del civismo necesario para afrontar una situación tan alarmante como la que seguimos viviendo. Apelativos como egoístas, hedonistas, inconscientes... Son solo tres, pero hay muchos más. 

Una breve reflexión sobre la juventud hace que revise algunos datos que a nivel estadístico diferencian a este grupo de edad. Citaré someramente algunos: los consumos de alcohol y drogas, los accidentes de tráfico (algo que manejan muy las compañías aseguradoras), las infracciones penales, las transmisiones de enfermedades de índole sexual. Con el tiempo más que datos estadísticos se han convertido en un signo distintivo. El problema es que la estadística es fría y despersonaliza los problemas. Es una obviedad que no todos los jóvenes deben encuadrarse en esta listas, pero lo son también los números, por lo que el problema de la juventud, en relación a su civismo, se mantiene con respecto a otros grupos de edad.

Se han estudiado en profundidad, a nivel descriptivo, las acciones citadas, con tanta profundidad y claridad que se han normalizado. El aura propia de la juventud lleva a justificar cierto tipo de situaciones como propias de la edad. Que un@ joven se inicie en el consumo de tabaco para justificar una moda social o una integración en un grupo, se ha normalizado, a pesar de la extensísima bibliografia, los relatos de los enfermos, las campañas publicitarias sanitarias... Los últimos datos indican que existe un consumo sostenido con ligeras variaciones a la baja. Así se puede concluir que las campañas sanitarias no han sido eficaces, porque el problema persiste.

El fracaso una campaña sanitaria no se considera problemático aunque las gráficas se pueden estudiar desde hace más de 20 años. No se ha conseguido erradicar esta conducta insana que es causa directa de miles de muertes desde hace años. Se ha intentado también llevar la cuestión a materia disciplinaria y sancionadora, como la prohibición de fumar en determinados lugares y las consecuencias ya han sido nombradas. También se ha normalizado que un@ joven sea sancionada por beber en un determinado lugar o por fumar determinada sustancia. Esencialmente es habitual, ya no sorprende a nadie, y ése es precisamente el problema.

La cuestión que nos ocupa por lo tanto, no ha tenido un tratamiento novedoso, a un problema sanitario de emergencia internacional se ha actuado como se ha hecho siempre en cuestiones de juventud: información puntual y sanciones. Se están aplicando las mismas medidas una y otra vez y se están obteniendo los mismos resultados una y otra vez y así seguiremos.

La juventud de una sociedad no es más que el reflejo de la sociedad en la que se educa. La forma en la que se educa a las futuras generaciones se ha convertido en algo habitual su forma de proceder, siempre es la misma. Si la educación no avanza, la sociedad se queda donde está. Llevamos tanto tiempo justificando que las cosas se hagan de una determinada manera que nos hemos olvidado de que se pueden hacer de otra diferente.

Pero ¿quién va a realizar tan ímprobo trabajo?

miércoles, 17 de mayo de 2017

Depresión Postparto (DPP): un problema cada vez más actual.


La depresión postparto (DPP) es un problema de salud mental que debe ser considerado de forma seria. Según la fuente que se utilice, más del 40 por ciento de las nuevas mamás llegan a sentirse tristes después del nacimiento de su niñ@. Los especialistas consideran normal esta tristeza inicial, en inglés se les llama blues, y en principio no debería ser síntoma de preocupación clínica, salvo que se mantenga en el tiempo y/o se agudicen los síntomas. Si este fuera el caso y tras la consulta al clínico de confianza el diagnóstico sería el que le nombre a esta entrada de blog: depresión postparto (DPP).

El tratamiento incluiría medicación y con suerte, terapia, ya que no se puede ofrecer en todos los centros de salud, ni todo el mundo se lo puede permitir. Todo ello siempre que se haya acudido a consulta, porque ese 40 por cierto que marca la incidencia de este diagnóstico no puede englobar a todas aquellas mamás que por diferentes razones no acuden a un profesional. La cuestión no es baladí.

El problema del diagnóstico es diferente. No todos los síntomas presentados por las nuevas mamás en este periodo tienen que ser diagnosticados como DPP. Diferentes equipos de trabajo están considerando además de la DPP, la ansiedad postparto y en casos más severos, trastornos de estrés postraumáticos (TEP). Es más, el manual de clasificación de enfermedades, el DSM V, solo contempla la depresión en los meses posteriores al nacimiento. Desde diferentes equipos se está considerando que este tipo de depresión ya puede producirse durante el embarazo.

Salvando las cuestiones diagnósticas, a las nuevas o a las futuras mamás se las debe dar un solución que, al menos, palíe su malestar y que las haga sentirse mejor. Aplicando de forma teórica el modelo que se defiende en la teoría de Descanso Personal: las nuevas situaciones que debe afrontar la nueva mamás, el embarazo, los preparativos, los cambios corporales, el nacimiento, las primeras semanas, alimentación, educación... hacen que los recursos iniciales se sobrepasen con creces... (Se puede consultar esta teoría en otra entrada de este blog)

Por otro lado es destacable la función de la pareja. Según el equipo de Psiquiatría Perinatal del Hospital Clinic de Barcelona, los hombres ven este problema sintiéndose sufridores de problema y no como apoyo para aliviar los síntomas. Las consultas a profesionales pueden hacer que cambien esas referencias.

Para concluir quiero destacar que no todos los síntomas relacionados con el postparto son depresión y que además estos síntomas pueden aparecer antes del nacimiento, así como bastante después.

Fco. Morcillo es Psicólogo (para mas información psicoaliado@gmail.com)



miércoles, 10 de febrero de 2016

Reducir el Suicidio

     
     El suicidio de una persona supone siempre una gran pérdida. Es un fracaso para todos, es un fracaso social. Además no debemos olvidar a todos sus seres queridos, a todas aquellas personas que le conocían y que lloran su péridida.

    El suidicio se ha definido de diferentes maneras dependiendo de la fuente utilizada, pero en general, se puede considerar como un fenómeno que lleva implícito acabar con la vida propia. Las cifras de este suceso también varían en función de la fuente consultada. Se puede constatar que es un hecho que afecta cada año a miles de personas. Pero además del propio afectado existen una familia, amigos, compañeros, conocidos... La afectación de esta pérdida es mucho más amplia de aquella que las frías estadísticas nos pueden transmitir.

     El suicidio se suele considerar de tres formas teóricas diferentes: ideación suicida, intento de suicidio y suicidio consumado. El hecho de que se produzcan cualquiera de las tres ya me parece un fracaso, si bien como es obvio, su gravedad es diferencial. El suicidio consumado implica la pérdida irremediable de una persona. Para llegar a la muerte de una persona, como ya se decía, han tenido que fallar los apoyos sociales, además de los recursos personales aprendidos. Por otro lado, la tentativa de suicidio se podría definir como todas aquellas acciones que tienen por finalidad consumar el propio acto, la muerte de la persona, aunque por alguna circunstancia no llega a llevarse a cabo en el sentido que la persona desea. Por último, la ideación puede entenderse como todos aquellos pensamientos recurrentes, esporádicos o continuados que tienen como finalidad determinar la forma de quitarse la vida.

    El suidicio ha existido desde siempre, en todas las clases sociales y en todas la culturas. En ciertas sociedades puede llegar a tener un sentido ritual e incluso místico. Por desgracia, parece que seguirán dándose casos a tenor de nuestra historia. Ahora bien, lo que se sí se puede hacer, lo que debemos hacer, es tratar de prevenirlo y reducirlo todo lo posible. Los psicólogos como miembros de esta sociedad deben ocuparse y formarse en estas cuestiones, al igual que otros profesionales de la salud. Aunque también el resto de la sociedad podría ayudar... La prevención del suicidio debería ser un objetivo prioritario, debido a su gravedad y al número tan elevado de personas a las que afecta.

    Se han estudiado mucho y se seguirán estudiando aquellos factores que se considera que elevan el riesgo de infligirse un suicidio. Los factores de riesgo no implican que aquellos que los sufran vayan a cometer un suicidio de forma inexorable, sino que aumentan sus probabilidades. De forma que no son un dato fijo e inequívoco, aunque sirven para poder trabajar con ciertos aspectos de la realidad. Serían una manera para poder empezar.

    A modo de ejemplo, la relación del suicidio con la depresión ha sido ampliamente estudiada. A pesar de que no todo aquel que padece una depresión tiene intenciones suicidas. Ahora bien, existe un relación (correlación) entre ambos conceptos, por lo que tratar de forma eficaz esta patología paliaría mucho el riesgo de autolesionarse. También se ha encontrado relación con los trastornos adictivos, es decir, con el abuso de sustancias como el alcohol o las drogas.

    La familia disfuncional o desestructurada parece que tendría también su influencia. En este concepto creo que existe un problema de base: la propia definición de familia disfuncional. En la actualidad muchas familias son diferentes al modelo tradicional de familia. El divorcio, el matrimonio libre, la adopción... son fenómenos sociales que deberían ser enriquecedores para aquellas personas que optan por ellos. Son una alternativa positiva. Ahora bien, si por disfuncional o desestructurada entendemos que son aquellas familias con problemas con la violencia, los abusos, las adicciones; entonces los datos ya no están tan claros. No porque no haya una relación entre ellos, sino porque ya no son datos tan públicos. Los sucesos que ocurren en el "hogar" solo los conocen los que allí viven, porque cuando trascienden fuera del ámbito doméstico, al de los profesionales, tienen díficil solución. Cuando son públicos es porque el daño ya está hecho.

    Un aspecto en el que parece que existe cierto acuerdo entre los teóricos es el concepto de la desesperanza. Existe al respecto una Teoría de la desesperanza que la definiría como un estilo atribucional. A grandes rasgos, podría explicarse de la siguiente manera: cuando a una persona le sucede algo en la vida ya sea bueno o malo tiende a buscar un responsable, ya sea una persona o una situación. Si a mi me sucede algo que considero negativo (un accidente con el coche, por ejemplo) me voy a considerar responsable del accidente, culpable, pero además no solo de esta situación negativa, sino de todas aquellas que me vayan ocurriendo. Esta forma de pensar me llevaría a una concepción fatalista sobre todo lo que me habrá de acontecer en el futuro. Mi esperanza en una vida feliz se esfumará.

    En los últimos años la sociedad ha sido y es más consciente de un fenómeno, por desgracia, conocido y habitual: el acoso escolar (bullying, en inglés). El acoso escolar se ha dado desde que los niños van al colegio. Es una mezcla de inmadurez, insensibilidad y mala educación. Además no es solo un problema de niños... Reducir los casos al máximo y paliar sus consecuencias también sería muy importante.

    Por último, quisiera tratar el tema de estigmatización. En este aspecto determinado puede considerarse como que toda persona, niño, adulto, o anciano que haya intentado quitarse la vida llevará un "cartel" social, una etiqueta pegada a su nombre para todos aquellos que lo conocen, haciendo que sea tratado de forma diferente. El intento de suicidio es un síntoma de enfermedad. Todas las enfermedades deben ser tratadas llegando a ser curadas o paliadas. Siempre intentando mejorar las condiciones de vida del paciente. Por tratarse de una enfermedad mental no se debe juzgar a una persona de forma diferente a los demás. Todos somos susceptibles de enfermar y eso nos debería hacer más sensibles y respetuosos con aquellas personas que están o han pasado por ello.

    La salud mental debería ser un objetivo público prioritario. No voy a considerar aquí los ámbitos políticos y administrativos en los que debería tratarse, ya que esa es otra historia. Tengo la certeza de que todos podemos hacer algo a para paliar o prevenir los factores de riesgo que grosso modo han sido introducidos.

    Cuando un conocido nuestro, no es necesario que sea un amigo o un familiar, se comporta de modo diferente, se le puede preguntar con toda la naturalidad del mundo si se encuentra bien, o simplemente que cómo de le va. Cuando alguien en la calle se cae al suelo, casi de forma inmedianta acude alguien para ayudar a levantarle. Si te sientes triste es diferente. Es posible que alguien te pregunte un par de veces y si no contestas, nadie va a insistir mucho más. Si estás solo "diferente" un tiempo, alguien pensará que has cambiado, te pondrá una etiqueta social, un cartel, y no hará más que, con suerte, ignorarte. Falta educación en la tolerancia a la diferencia y eso hace que se ataque al que no va igual que los demás, ya sea en ropa, pensamiento, religión... en este caso es la enfermedad. Esa enfermedad mental que no es la enfermedad habitual, es más desconocida, escurridiza, para la sociedad. 

    Si esto sucede en el mundo de los adultos, en el de los niños suele ser peor. Su inmadurez hace que si no tienen la guía que necesitan elijan la actitud inadecuada. Los niños necesitan de sus padres o madres, de sus seres queridos, para que dedicándoles mucho tiempo, les expliquen el mundo; para que no lleguen a interpretarlo desde el punto de vista del primero que pase por sus vidas. Más tarde emprenderán su propio camino.

     No debemos olvidar nuestra edad dorada, aquella a la que tod@s aspiramos a llegar, llenos de sabiduría: nuestra vejez. Todo lo que se ha presentado aquí de forma intemporal, también va dirigido a ellos. Nuestros ancianos son un peldaño fundamental de nuestra sociedad. La experiencia en la vida, en cómo vivirla, es una fuente de conocimiento que es infravalorada. La juventud siempre ha estado de moda, pero por eso mismo, los jóvenes cometen errores que bien podrían ser enmendados con unos valiosos consejos de aquellos que ya han caminado por esa senda. 

    Finalmente, un número muy elevado de personan que deciden acabar con su vida, lo comunican, se lo dicen a alguien, lo expresan ya sea de manera verbal o por escrito; indican su ideación suicida. Los expertos han llegado a un consenso: escuchar. No hay que ser médico, ni psicólogo, basta con tomar en serio ese comentario que se ha oído. Y si uno no puede ayudar, pues entonces orientar hacia otro que sí pueda. Informaré a mi amigo/conocido/familiar hacia un profesional de la salud mental. Pero insisto, es fundamental escuchar al que pide ayuda.


Fco. Morcillo es Licenciado en Psicología.